Para algunos comer es un placer… para otros sin embargo, la hora de la comida puede llegar a ser un infierno, o según se mire, un espacio en el que desarrollar la imaginación. Sí, sí: la imaginación…
Y es que cuando uno tiene tres, cuatro, cinco años… por desgracia no cuenta con la libertad de la que gozamos los adultos para escoger con qué alimentarnos; y claro, encima los mayores, nos encargamos de proporcionarles unos menús de lo más variados: en ellos hay de todo lo que no les gusta: pescado, acelgas, espinacas, garbanzos…
Pero como los niños son personas (aunque de tamaño reducido) pues cada uno es un mundo: los hay que se comen lo que les pongan por delante, sin necesidad de saber ni de lo que se trata con exactitud; hay otros que incluso una vez han terminado con su bandeja, continúan con la del compañero del lado (el cuál según el menú del día estará más que agradecido de que le echen una mano para vaciar su plato).
Otros sin embargo, no abren la boca ni por su madre, ni por su padre, ni por la seño…
Nacho pertenece a esta especie, ya le puedo contar misa “si te lo comes te harás mayor”, “solo dos cucharaditas Nacho…”, “si lo pruebas verás como te gusta” a lo que su respuesta con tan solo 4 años siempre es: “Sole que ya lo he probado y no me gusta ¿no lo entiendes?!”
Por último están los que utilizan la citada imaginación para escaquearse sea como sea; las técnicas son múltiples:
- Repetir las palabras mágicas "¿me puedo pasar?" a todos los adultos que hay en el comedor, hasta que alguno le de permiso
- Utilizar la servilleta como elemento en el que esconder lo que no gusta, para tirarlo a la basura de forma disimulada
- Hacer una montañita con la comida, para que haga el efecto óptico de que hay menos
- Aprovechar un despiste del compañero de su lado para hacer una "transferencia" a su plato
- Dejar caer disimuladamente los garbanzos bajo la mesa...
Algunos incluso, utilizan los bolsillos como si de la basura se tratase, sin percatarse de que en menos de cinco minutos, el alimento en cuestión deja una marca que les delata.
El otro día Nacho, ya harto de comer lo que a mi me apetece me dijo : "¿Sabes qué? Que no voy a volver nunca más a este comedor"
Pero por suerte, media hora más tarde, y ya en el patio, se acercó a mi y me dijo: "Seño, no te preocupes que lo que te he dicho antes era un poco de mentira, sí que voy a volver; te lo he dicho para ver si podía comer un poquito menos..."
Actualmente mis "piojos" como buenos niños, están elaborando nuevas técnicas de escaqueo, os mantendré informados....