21 noviembre 2007

Cielo y piedras

El post de hoy es sencillo, no es más que una conversación entre dos niños y una seño, sobre piedras y el cielo…


Pero, aún así quiero hacérosla llegar porque a la vez es profunda, y demuestra una vez más lo bonito que es descubrir la inocencia de los niños.

Situación: el parque del colegio; todos mis niños en la zona que nos corresponde por edad, menos uno: Rafa (más popularmente conocido como “Bisbalito”, supongo que sabréis porque ¿no?: tiene unos rizos rubios que ya quisiera el de las bulerías…)


Mi Rafa, es muy gracioso, lo que pasa es que es impulsivamente desobediente; él me quiere hacer caso, tiene la intención, pero no puede…

Hoy su juego, consistía en juntar piedras, y una vez tenía un puñado en la mano, las iba lanzando de una en una al cielo, para ver como caían. Yo estoy convencida de que no quería hacer daño a nadie, a pesar de que ni miraba si en ese momento pasaba alguien cerca; seguro, seguro que estaba comprobando la Ley de la Gravedad (¿no dicen siempre que se aprende con la práctica? pues ya está).

Yo le miro de lejos, y a mi lado haciéndome compañía está Cristina, una mini princesa de estas de dos coletitas y flequillo, y unos ojos brillantes, brillantes, comiéndose un trozo de pera (no es precisamente de las más rápidas comiendo).

- Yo: «Rafa, no tires piedras»
- Bisbalito: «Sí, sí seño. Ya paro»
- Yo: «Gracias»
Para, unos veinte segundos, y continua con el lanzamiento de piedras.
- Yo: «Rafa, las piedras al cielo no»
- Bisbalito: «Sí, sí seño…»
Esta vez creo que logró detener su experimento un instante más, pero no demasiado.
Al rato otra vez piedras, al aire.

- Yo: «Rafa, por favor, no tires piedras al cielo»
Entonces interviene Cris:
- Cristina: «Rafa no se tiran piedras al cielo»
- Bisbalito (se acerca desde su lugar de lanzamiento): «¿Por qué no?
- Cristina: «Pues porque si tiras piedras al cielo le puedes hacer daño a mi abuelito Jose, que está allí»
- Bisbalito: «¿¿si seño??»
- Yo: «Si Cris lo dice es que sí»
- Cristina: «Claro, ahí arriba está mi yayo viendo lo bien que me porto y si tu tiras piedras le puedes hacer pupa en la cabeza»
- Bisbalito: «¿y vive allí?»

- Cristina: «Sí, en el cielo vive mi yayo, y otros abuelitos que se han ido de aquí. También hay algunos papás y animalitos»


Yo me quedé sin palabras; sorprendida una vez más de lo inocentes que son los niños, y de lo bonito que es creer en lo que ellos creen.
Si todos viéramos las cosas como los más pequeños lo hacen, seríamos mucho más felices ¿no creéis?

10 noviembre 2007

De mayor quiero ser... (I)

¿Cuántas veces nos han preguntado "qué quieres ser de mayor"? Yo creo que tantas, como profesiones diferentes decía cada ocasión que me lo preguntaban.

Los niños siempre se fijan en los adultos, y por suerte o por desgracia (vaya responsabilidad) somos sus modelos a seguir; quizá sea por eso que un día quieren ser policías, otro bombero, panadero, electricista...

Mis niños no son menos, y alguno ya tiene más que claro a que se va a dedicar cuando termine la "aniversidad" (como dice Sara).

PAU, por ejemplo, con esos ojitos en los que te puedes perder si lo miras fijamente...
...sabe que cuando sea mayor será "ferrobiario". Su abuelo lo ha sido, y el pitufo sabe más de trenes que los que están haciendo el AVE; de hecho tiene su propia teoría de lo que está ocurriendo al respecto, pero es larga de contar y merecedora de un propio post.


Este tren es el que Pau llevará en un futuro, bastante lejano, porque solo tiene 5 años.
Con los colores de España ¿os habeis fijado? es que mi Pau tiene un sentimiento patriótico que ya quisieran muchos ja ja.

MARÍA también es de esas personas que nacen con vocación; desde bebé, según cuenta, quiere ser bailarina, pero no de las que bailan en la tele, sino de la de teatro. ¿La veis capaz?...

Ella desde luego sí, y así es como se imagina dentro de unos añitos.


Lo de abajo por si os habeis percatado, es el público; y para más detalle, si os dais cuenta, hay un chico, una chica, un chico, una chica... ¡¡¡Todos emparejados!!! que estrés. Le pregunté a María al respecto, para que me aclarara si una chica soltera como yo podrá ir a verla bailar; su respuesta fue tajante: busca a algún amigo que te acompañe...
Pau y María
son dos ejemplos de lo bonito de ser pequeño,
de lo bonito que es imaginar...
de lo ilusionante que es jugar a predecir el futuro...
de lo divertido de cambiarlo cada día a su antojo...
en definitiva, de lo MÁGICO que es ser niño.