A Álex precisamente su inocencia, lo ha llevado lejos.
Dicen que los niños con Síndrome de Down solo te dan una mala noticia, y es cuando uno se entera de que lo son; luego nunca más, y Álex no fue menos; como bien dijo su madre, estaba abonado a la sonrisa, y nos la contagiaba a todos los que tuvimos la suerte de trabajar con él.
Parece injusto que con solo tres años tuviera que sufrir además una leucemia; y más injusto aún que tardara más de cuatro en superarla; a pesar de perder su melena rubia, y sentir el dolor en su pequeño cuerpo cada día, su cara estaba iluminada constantemente por su sonrisa, por esa eterna sonrisa.
Como todos los niños, era la dulzura personificada, y trasto, muy trasto; sabía perfectamente que después de una buena travesura un abrazo podía mitigar el enfado ¿creeis que algún adulto podía resistirse a esa carita pecosa?...
Recuerdo cuando trabajaba con él, siempre me pedía agua para mientras iba a la cocina, esconderse debajo de la mesa; siempre la misma broma, y siempre la misma risa le delataba; inocente...
Y precisamente esa inocencia, y un juego de niños como es el escondite, nos ha quitado a Álex, que con sus 9 añitos, y una salud ya de hierro, estará corriendo allá donde esté, para que alguien le persiga mientras sonrie con él.
Nunca olvidaré tu eterna sonrisa Álex...