Este verano he estado en Holanda. Como a cada una de las personas que hizo este viaje antes que yo y les preguntaba su opinión sobre este país, soy incapaz de hablar de él sin que un poco más y se me caiga la baba. Amsterdam es increible con sus canales, sus casas torcidas, y sus poleas para entrar los muebles por las ventanas.
Los pueblos de los alrededores más bonitos aún, y es que mires donde mires es una postal: casas típicas de cuento, los sauces llorones cayendo hasta acariciar con sus hojas el agua de los canales donde nadan cientos de patos... poco ruido y muchas muchas bicis, tantas que en la gran ciudad llegan a agobiar porque es regla nacional que tienen preferencia ante todo, peatones incluidos.
En Holanda hay muchos niños, muchísimos y son super importantes; hay infinidad de tiendas de juguetes y todo está adaptado a ellos, incluidas las bicis por supuesto (porque os he dicho ya que hay muchas, muchísimas bicis ¿verdad?). Los más peques viajan en este tipo de baúles equipados con todo lo necesario, tienen dentro una especie de bancos donde van sentados, con cinturón para que lo hagan con toda seguridad y algunos incluso dejan algún que otro juguete dentro para que el trayecto de un sitio a otro sea más entretenido.
Es rara la família holandesa que tiene un solo hijo, por lo que estos baúles suelen tener más de un pasajero. Divertido ¿verdad? No recuerdo haber visto el tipico coche que podemos encontrar aquí en España con tres sillitas para niños en el asiento trasero. Pero bicicletas equipadas para ellos a montones.
La bicicleta es una forma de vida, y los niños viajan màs que tranquilos de esta forma, algunos hasta con casco por si acaso jaja.
Aquí os dejo una foto para que os hagáis una idea más real de lo que os estaba describiendo.
Y como seguro que habéis pensado que soy una exagerada cuando os digo que hay muchas, muchísimas bicis os voy a enseñar la prueba más clara de ello: el parking de bicicletas que hay al lado de la estación central; sí, sí: parking, pero no os imaginéis estos hierros que ponen en nuestro país para meter la rueda y ponerle el candado, no, no. Imagináos un parking, con pisos y pisos para guardar las bicis, y con un vigilante para que no las roben.
Dudo que podáis imaginarlo como realmente es (a mí me parecía increible lo que vi) así que os dejo una foto de las que hice mientras navegaba por uno de los canales principales de Amsterdam...
Increíble ¿a qué si? Está lleno, cada uno de los cuatro pisos tiene una bicicleta al lado de otra desde el principio hasta el final del parking, que es tan grande que no cabe en la foto!!! Lo que me parece más alucinante todavía es que sepan encontrar la suya entre tantas bicicletas.
En fín, que me alegro de volver a encontrarme con vosotr@s y espero haberos animado a los que aún no hayais visitado Holanda, a hacerlo, y a los que ya lo hayamos hecho, a buscar otro hueco para repetir cuando se pueda.